Empieza la fiesta, el centro de Macao es una concentración de turistas que van a la velocidad del rayo. Por unos momentos me estreso y me mareo, no estoy acostumbrada a este ir y venir de gentes, me da la sensación de que el mundo va a toda velocidad. Me paro y pienso que menos mal que he empezado por Macao porque el día que vaya a Hong Kong me va a dar algo.

Así que decido entrenarme entre la muchedumbre, ya no me da vergüenza llevar la cámara colgando, ahora lo que me da es miedo de darle algún golpe con algo... 

Llego a Largo do Senado, el centro urbano de Macao y centro de todas las celebraciones.

Son casi las 18.00 y aún no he comido, así que como buena vasca, lo único que pregunto en la oficina de turismo de la plaza es si hay algún restaurante portugués bueno por la zona. Y allá voy. El menú de este noche, aunque me ha costado decidirme un buen rato: Ensalada de oreja de cerdo (oreja de cerdo laminada como si de zanahoria rallada se tratara con una base de lechuga en vinegreta), y un bacalao al horno con patatas y marisco. Ah! Y un vasito de vino portugués para acompañar, todo buenísimo.

Salgo del restaurante y no sé si es por el vino o por que está anocheciendo que de repente Macao me parece maravilloso...Son las luces que iluminan los edificios las que crean esta atmósfera especial. De repente siento ganas de caminar de nuevo, y mis pasos siguen a las luces, y esas luces me llevan a otras luces de neón, a edificios majestuosos, y de repente me doy cuenta de que estoy en Las Vegas de Asia. 

Recuerdo la sensación que sentí al adentrarme en Las Vegas, las de verdad, en aquel viaje que hice junto a mi amiga Barbarita por California, Nevada y Arizona. Pasar de los colores del atardecer en el desierto al volante de nuestro coche alquilado a las impresionantes luces de neón de la ciudad en medio de la noche. Siento que este momento se merece un capítulo a parte así que cojo un taxi de vuelta al hotel esperando que al día siguiente no llueva  y baje a visitar la "Wild side" de Macao...