Sunday, November 04, 2007

Aventura en Polres (comisaria)

Me costó 5 horas de endiabladas y estúpidas conversaciones poner una denuncia en la comisaría de policía de Bitung el otro día. Salí "armada" del resort con uno de nuestros empleados, uno de los pocos, o de los únicos, que habla inglés, pero que desgraciadamente tiene poquito en la cabeza.

Le expliqué la historia antes de salir del resort para que la tuviera bien clara y me ayudara en las explicaciones del asunto con mi pobre indonesio, el cual funciona muy bien en cuanto a cosas del resort y el día a día se trata, pero no tan bien cuando salgo de mi entorno y me enfrento a 20 policías uniformados que lo único que hablan de inglés es hello mister!, independientemente de que se dirijan a un Sr. o a una Srta.

Empezaron por mirarme y remirarme el pasaporte, el permiso de residencia, la cartilla de inmigración, Nolfi comenzó a explicarles que alguien había falsificado mi tarjeta de crédito y que se estaban cometiendo operaciones fraudulentas con ella, la cantidad rondando ya los 1000 euros. Les explicaba como VISA había requerido a mi banco en España, y éste a mí, una denuncia de la policía para poder realizar el retroceso de las operaciones.

Les costaba entenderlo y finalmente uno asintió diciendo que era posible autorizarme a poner la denuncia...Cuando iban a empezar a teclear en el ordenador apareció un hombre todo estirado, al que parecía habían planchado con esmero hasta los botones de la camisa. Se interesó por lo sucedido para a continuación soltar una serie de frases correlativas en indonesio de las cuales se desprendía, y más de los movimientos negativos de su cabeza que llevaba de lado a lado, que nanai de la china, que a ver donde estaban las pruebas que confirmaban que realmente alguien se había gastado a mi costa los casi 1000 euros, que abriera la tarjeta de crédito y que le enseñara las operaciones fraudulentas. Entonces me dí cuenta de que podía pasarme el día, las semanas, y los meses en la comisaría, que no pasaba de ahí y que como haría yo entender a unos señores que se pasan el día tomando té y pastas y fumando un cigarrillo tras otro, y que no han salido de su pueblo mas que por Navidad o Hari Raya (el nuevo año musulmán), y en ferry, a alguna isla tan poblada geográficamente de ilustrados, licenciados, diplomados, o graduados escolares como el pueblo de Bitung. Que si la sustracción no había sido en Bitung o en Lembeh, que no me podían hacer la denuncia ellos...pero es que Lembeh por no tener no tiene carreteras, ni coches, ni comercios, y Bitung es un pueblo con un puerto industrial enorme, mugriento, en el que no recuerdo haber visto ningún comercio donde se asomara el cartel de "aceptamos VISA" por ningún lado, que lo único que saben de VISA es que es algo que inmigración te pone en el pasaporte y que te permite la entrada en un pais, y esa VISA afortunadamente yo la tenía para un año y me iba estupendamente, pero no me la aceptaban en las tiendas... Y yo que sé en donde demonios ha ocurrido el fraude señores, ni quien ha sido el sujeto, no son ustedes la policía??? Pues aquí tienen tema de investigación si se aburren con las disputas de tierras de los ciudadanos de Bitung y demás intrigas a las que dedican su espeso programa de trabajo diario.

En ese momento me dio un ataque de añoranza español, que mira que somos cutres en ese pais y la burocracia no es lo nuestro pero es lo primero que me vino a la cabeza, con lo que a continuación se asomó en mis pensamientos, a la vez que juraba en un español afortunadamente ilegible para ellos, mientras salía por la puerta, que me iba a tocar llamar a la embajada española en Jakarta, que al menos mira, son de Markina, un pueblito de mi tierna Bizkaia, y me templaría los nervios sólamente escuchar ese acento y un par de 'mecaguen la mar' bien dichos...

Ahí me quedé, en la puerta de la comisaría, cabizbaja, muerta ya de hambre pues no había probado bocado en horas y no tenía pinta la cosa de que me fuera a llevar un bocado a la boca en las próximas, con lo que me cabrea a mi eso de no comer, como buena vasca, que no hay ningún disgusto que me quite el hambre por fortuna o por desgracia. En esas sale Nolfi, el cual me informa que tras mucho deliberar han llegado a la conclusión de que lo mejor es que me presente ante el Coronel, pero maldita sea, en ese momento no se le puede molestar porque está comiendo y se demorará unos 45 minutos más. Y que por favor me siente...que me siente????? si llevo sentada ya 3 horas!!! Aún así decido hacerles caso, no vaya a ser que mi actitud les inspire a saber dios que....

Por fín nos recibe el comisario, bigote y gafitas, rictus impasible, serio como un coronel, que para eso lo es, a mí me entra la risa floja pero me la aguanto que sólo faltaba eso, y le dejo a hablar al pobre Nolfi, que lleva aguantando mi verborrea durante 3 horas sin rechistar y sin comer, que los españoles no nos morimos si no comemos hasta las 15.30 pero un indonesio si no come a las 12 no es persona y le miro pensando para mis adentros - Nolfi, tio, vaya lio en el que te he metido - , mientras el repite por enésima vez la historia, esta vez reforzada por los detalles que han ido brotando de mi cabeza en los 45 minutos de espera y los cuales no le he dejado de repetir al oido en todo ese tiempo para cerciorarme de que la historia al coronel fuera breve y concisa, pero contundente.

Así pasamos unos 10 minutos de conversaciòn, los tres sentados enfrente del sr. Coronel, yo juntando las manos en señal de rezo, Nolfi contando la historia, el agente que nos había acompañando simplemente estando, y yo intentando articular una frase seguida que el señor coronel se encargaba de cortar antes de que llegara a la mitad, por lo que mi colaboración quedó resumida a dos o tres "por favor, por favor, yo solo quiero una denuncia y con 4 líneas bastan". También puse mucha cara de pena, que más que pena era cabreo pero parece que lo disimulé bien ya que el sr. Coronel finalmente accedió a que uno de sus lacayos redactara mi denuncia. El sujeto impasible que nos acompañaba habló entonces, sólo para preguntarme si el sr. Coronel podía venir a bucear un día a nuestro resort, a lo que yo, sin pensar, contesté con un convencido SI SI - POR SUPUESTO - CUALQUIER DIA- CUANDO QUIERA - Y DORMIR TAMBIEN - ESTA INVITADO, de lo cual me arrepentí antes siquiera de terminar la frase, aunque por lo poco que se reía el bigotes también deduje que no estaba muy emocionado con la idea de quedarse en bañador delante mío, ni mucho menos, hacer un numerito con el equipo de buceo debajo del agua.

Ya teníamos el visto bueno de los altos cargos de la flamante policía de Bitung, así que el soldadito de turno se sienta en el ordenador y nos hace sentar a su lado. Comienza la redacción de la denuncia, presiento que tardaremos 2 horas más. El hombre se equivoca, corta, pega, borra, escribe, y vuelta a empezar y a punto estoy de decirle, señor, le importa que la redacte yo que soy rápida con esto de la mecanografía y le puedo ahorrar una hora de trabajo y a la vez ahorrarme a mí una subida de tensión, cuando de repente.....SE VA LA LUZ en la comisaría. Aaahhhhhhhhhhhhhhh Primera pregunta, cuanto tardará en volver? Respuesta: Pues sobre dos horas...Aún deben finalizar de escribir la denuncia, traducirla al inglés, sellarla, llevármela conmigo a Manado, lo que supone en el mejor de los casos 1 hora y media de coche, encontrar un fax, y enviar la denuncia a mi banco con tiempo suficiente para que la renvien a VISA y autoricen la retrocesión de las operaciones.

Como por arte de magia se vuelven solícitos, el soldadito se monta con nosotros en el coche y le llevamos hasta Bitung, donde en una imprenta que tiene plantillas con los logos de todas las policias y demás organismos oficiales, nos redactan la denuncia. Así que acaba por redactarme la denuncia un chavalito del pueblo que no debía pasar de los 18 años, y como aún nos queda hacer la traducción al inglés y pasarla al ordenador también, me vuelvo a presentar voluntaria para el menester y esta vez me conceden el permiso de traducir, libremente, la denuncia del indonesio al inglés, en la que sinceramente, podría haber escrito la barbaridad más grande del mundo si me hubiera dado la gana y me la hubieran firmado igual ya que no distinguen siquiera un Mister de una Miss, por lo que no tenían ni la más remota idea de lo que yo ahí escribí y que ahí se quedó, firmadito y estampadito por ellos, para la posteridad.

5 horas más tarde ya se han quedado con mi móvil todos los allí presentes dispuestos a llamarme en el momento que tengan un momento libre para venir a bucear, y con 100.000 rupias de regalo por las ´molestias´y el trabajo ocasionado, y yo con tres copias en inglés y tres en indonesio con las que me dirijo a Manado a encontrar un fax, para después correr al Pizza Hut, llo más parecido a comida española que hay en Manado, a tragarme una pizza de queso, con doble de queso, y con los bordes rellenos de queso por dentro y por fuera a ver si reviento y se me pasa el disgusto.

Volvemos a estar, aunque nunca nos fuimos

Me costó un montón levantarme después del palo de la muerte de David. Se me quedó el cuerpo sin ganas, como inerte, dándome cabezazos contra la pared pensando en lo injusta que es la vida y la importancia de vivirla a tope, y más que a tope, diría plenamente, que ningún extremo es bueno y todos pasan facturas. Me he sentado muchas veces a escrbir desde entonces. Algunas con la mente en blanco y sin fuerzas para teclear lo vacío de mi mente, otras, con la mente a punto de explotar y sin conexión a internet para escupir el veneno de una mente repleta de historias vacías o tristes.

También ayuda a esta desconexión impermanente el que este resort que encontramos vacío cuando llegamos, no haga más que llenarse, dejándonos tiempo para bien poco, y el poco que queda sin fuerzas para nada.

Mientras tanto hemos hecho algo que hacía mucho que deseábamos: mudarnos de casa. Vivíamos en medio del resort, en un bungalow de madera pegado al resturante y al paso de empleados y clientes, lo cual dejaba espacio cero a nuestra vida privada. Adiós a siestas, a momentos de lectura, de ensimismamiento o contemplación, 5 minutos era lo máximo que conseguíamos de silencio y paz. Así que hemos tirado la casa por la ventana, o mas bien hemos tirado la casa abajo para no tener que volver a ella, la reconstruiremos en un lado del resort para clientes, ampliaremos la zona del centro de buceo en el espaco que ahora nos queda, y nos hemos ido a vivir a la colinita. Unos 100 0 150 metros cuesta arriba del resort, donde hemos acabado de arreglar los cuatro detallitos del bungalow que hacía unos meses se acababa de construir, hemos terminado el caminito que lleva hasta él con su correspondiente iluminación, nos hemos puesto un dispensador de agua fría/caliente con la que nos podemos hacer tes, cafés y demás, tenemos un baño estilo balinés con techo abierto donde cada ducha es una representación del anuncio de la chica fá (que habrá sido de ella?...), un regulador de corriente para poder enchufar nuestros portátiles sin fundirnos, un pequeño escritorio donde si algún día me inspirara empezaría a escribir mi libro, un poco de música, 2 sofás en la terracita con vistas al mar y a los volcanes, y desde hace unos días hemos decidido tomarnos el trabajo menos a pecho sin disminuir nuestra atención al cliente y al resort por supuesto, aunque nos hemos dado cuenta de la exageración de tiempo que estábamos dedicando a una sóla cosa, y el poco que estábamos dedicando a nosotros mismos, a nuestras cosas, nuestras lecturas, nuestros propios aprendizajes.

Así que como prueba fehaciente aquí estoy, un Domingo de Noviembre escribiendo ésto y mirando al mar entre frase y frase, viendo como las nubes se van poniendo sobre el volcán que adorna mi paisaje, como el día se va volviendo gris, las hojas de los árboles se mueven al pausado son de la brisa del estrecho y mirando de vez en cuando a Pep, que descansa a mi lado envuelto en los brazos de Morfeo y la mosquitera que se sujeta de los cuatro postes de nuestra cama de bambú.

Hemos vuelto, o al menos estamos en ello...
 
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