New lunar year in Singapore

Estamos de enhorabuena, en menos de 6 meses hemos celebrado ya tres años nuevos. El musulmán en Malasia, el nuestro en Bali, y el chino en Singapur. Ciudadanos del mundo que caminan entremezclándose con razas y culturas, entre colores de piel y religiones diversas. Afortunados nosotros que lo absorbemos todo y de cada una sacamos provecho, y no hay momento del camino que no aprendamos aunque a veces sea a cuenta de algún que otro tirón de orejas. La vida en Singapur transcurre entre luces artificiales y muñecas de porcelana. Ciudad estéril de personajes estériles, políticamente correctos y educadamente incorrectos. Corren por la ciudad evitando el asfalto mojado y refugiándose en los escaparates de los centros comerciales que comunican bocas de metro. Vestidos en blanco y negro y armados de tecnología hasta los dientes, parecen protagonizar constantes anuncios de moda vintage entre luces y olores de puestos de comida callejeros. Y a pesar de todo, Singapur tiene encanto y engancha. Es el asia futurista deseoso de desmarcarse de sus pobres vecinos. Nos gusta, pero no lo suficiente como para cambiarlo por nuestro próximo destino, la isla de Lembeh. Al fín y al cabo, las ciudades, siempre estan ahí. Los árboles, los peces, la naturaleza, desafortunadamente...quizás no.