Ha pasado ya mes y medio desde que volvimos a la isla de Mabul a cumplir un sueño más, un poco desconectados del mundo de manera forzosa, ya que hay poca, más bien nula, tecnología en esta isla.
Vemos, oímos, cómo en el pais vecino las tragedias se suceden una tras otra. Podeis estar tranquilos, nosotros apenas somos conscientes de ello, vivimos en una islita recóndita donde lo máximo que llegamos a padecer son tormentas tropicales nocturnas en las que el agua y el viento azotan con fuerza, únicamente para que el sol salga limpio por la mañana y claree el día. Nuestra electricidad viene de un generador que está conectado desde las 16.00hrs hasta las 10.00am, apenas hay cobertura, y la que hay se reduce a medio metro cuadrado,.Ya no sabemos ni donde aparcamos las chanclas porque desde que llegamos no hemos vuelto a calzar nuestros pies excepto para ir a bucear. Nos rodean chabolitas sobre el agua y niños semidesnudos y sucios gritando ¨hello what´s your name??¨, el agua caliente brilla por su ausencia aunque tampoco se echa de menos, a veces dormimos en el pantalán, en esas noches donde brillan las estrellas y uno no quiere ponerse un techo encima y echar a perder las vistas.
Nuestros días transcurren tranquilos, nos despertamos tempranito a la salida del sol para preparar los equipos, charlamos con los clientes, nos tumbamos a la sombra acompañando el son de la guitarra de los empleados locales. Unos días los pasamos bajo el agua, otros más tranquilos esperando a que lleguen los buceadores para limpiar los equipos y organizar todo para el día siguiente. Llega la hora de las anécdotas del día, una cervecita fresca a la puesta de sol y después, unas noches se alargan y otras...se despiden temprano.
Y un nuevo amanecer nos vuelve a sorprender en Pulau Mabul.
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