Si es que manda narices, no pasan los años por los reyes magos. Le siguen trayendo a uno siempre lo que no pide, hasta de mayor. Porque se empeñan siempre en lo mismo? Y bueno, de pequeño uno se comforma y hasta le acaba gustando la sorpresa, pero de mayor como que ya no cuela!
El "regalo" venía muy decido y firme, parecía convencido de que la aceptaríamos con los ojos cerrados pero nosotros teníamos otros planes, lo cual no pareció agradar demasiado. Era simple...Doble o nada. Afortunadamente no hubo mas remedio que doble, parecíamos dos persianas blindadas. Una vasca y un mallorquín plantados con un "de aquí no me bajo". Lo que empezó muy distendidamente, con invitaciones, halagos, familiaridades, etc, acabó con un seco "Esto es lo que hay".
Después de esa última frase y sin Pep acabarse el postre (y mira que le gustan) nuestro encuentro duró dos minutos más, el tiempo que tardamos en levantarnos de la mesa y andar hasta el parking del hotel donde nos habíamos reunido...En fín, business es business no?
Nos propusimos pensar grande, muy grande, y llegó casi todo lo que queríamos. Si lo pensamos friamente no nos podemos quejar en absoluto, pero no nos fuimos dando saltos de alegría, todo lo contrario. Hubo un momento negro para olvidar donde hubiéramos deseado que nos tragara la tierra, pero al de unas horas el susto se volvió risa incontenida. Ufff que ratito.
Hay mas cosas que iran saliendo poco a poco, parece que todas llevan a seguir cumpliendo sueños aunque hayamos echo sudar a los reyes magos. Esta no se nos olvida en la vida, estoy segura.